viernes, 3 de febrero de 2012

Lo peor y más rico de una son aquellas dicotomías que no permiten explotar al máximo ningún tipo de cliché.
Ser la confluencia perfecta entre la descendencia de la clase patricia de buenos aires y la descendencia de judíos exiliados, intelectuales y por decirlo de alguna forma, levemente bolcheviques, no es tarea fácil. Soy una especie de Borges... claramente haciendo caso omiso a la parte de la escritura, un poco más linda, con mejor vista y del SXXI
Toda una vida discutiendo con una misma qué tipo de moral iba a ser la que llevara en el pecho, la que defendiera hasta el cansancio, de la que estuviera orgullosa: ¿Una que se basara en las frivolidades más heladas que puedan existir o aquella que busca y encuentra las preguntas y respuestas en lo que es y cómo se ha conformado la lógica del mundo que me rodea?
Efectivamente, ha quedado demostrado a través de este pequeño párrafo que sí tengo problemas de identidad, de moral, de camino, de dirección (entre otros) y que es muy díficil que ambas morales hayan podido convivir en un solo corazoncito. Pero hoy, con la mayoría de edad, les deseo a todos aquellos que tienen la vida resulta de acá a 20 años y que además tienen muy claro qué mierda quieren para esta vida que se ocupen de ocuparse de pasarla bien, porque una tiene dicotomías, están, pero nadie ha escrito nunca nada afirmando que era incoherente combinar una lucha desde lo colectivo con aquella cartera que tanto NECESITO, una lectura de O'Donell con Channel o hasta un esmalte de uñas con Gramsci.
Gracias, pura ficción.

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