lunes, 21 de noviembre de 2016

I y II: Croma y Blanco

I
Con mi sed de realeza
Y mi hambre de reinos
Quise conquistar todos
Princesa cromática

Con voracidad oculta
Y mi entusiasmo poco erótico
Logré lo que quería
Princesa cromática, princesa sin sombra

Con ansias de crecer
Y pensando con lógica
Quise lo que no tenía
Princesa cromática, princesa sin sombra, princesa de la nada

Con ganas de hidratar
Y mi cuerpo como reino
Descubrí que la realeza es una falsa
Princesa para qué

II
Amor propio infundado
Amor propio que no existe
Amor al otro obligado
Principe detallado

Amor a eso que es bello
Amor a tragos eróticos
Amor al ideal enfatizado
Principe detallado, príncipe arraigado

Amor al cuerpo ajeno
Amor al amor enamorado
Amor a eso que no podía
Principe detallado, príncipe arraigado, príncipe enamorado

Amor propio iluminado
Amor a la idea de solo
Amor precavido
Principe del espacio en blanco


viernes, 11 de noviembre de 2016

No me sale jugar a ser adulta.

Amanecer con sol un poco nos obliga a ser más felices. Hubo tanta lluvia que llorar cuando hay luz, casi que es de malcriada, me da culpa y me siento un poco desagradecida. Todo eso me pasa con los días como los de hoy. Sin ánimos de sentir todo eso, me desperté tarde e hice todo apurada pero feliz porque la culpa judía ante y sobre todo. Me hice un termo de cafeína y jugué un poco a que era una persona adulta, apurada, con muchas cosas y un café que un poco se vuelca; de haber tenido plata hubiera parado un taxi y directamente me hubiera sentido en Nueva York. Muchas veces pienso que las películas te hacen ver ese tipo de vivencias como el principio de lo que será una historia de amor con un final feliz. Una mujer torpe, apurada, intentando sobresalir laboralmente pero que justo está en un momento en el que todo le sale mal es el principio perfecto para una comedia protagonizada por Sarah Jessica Parker y algún actor que tenga una linda cara simétrica. Entonces, a veces me gusta sentirme así, o tal vez la estoy pasando medio raro pero recurro a la vida las películas para pensar que después viene el final feliz y que solamente soy una atolondrada que está por vivir una historia espectacular con un par de escenas graciosas, un momento de desamor fuerte y finalmente la corrida y el encuentro que cerrará con un beso. Tal vez debería hacerme cargo del mal humor de despertarme temprano, de llegar tarde y de no tener un peso, ni saber manejar, y de no poder superar mi miedo a la bicicleta. No lo puedo superar, mis peores golpes fueron con ella y me da miedo que me pise un auto, el mismo miedo que me da andar en patines sobre hielo y que el filo del patin me corte los dedos de la mano porque seguro me caigo, apoyo la mano y justo me la cortan.
Vine al trabajo y me senté en la computadora, abrí mil pestañas con mil excells,  con millón de cuadraditos y espacios vacíos por llenar con datos. Espacios vacíos que al ser llenados me dan mucho placer y me hacen sentir que tengo todo organizado y bajo control. Pero en realidad solo organicé una pestaña del excell, me faltan cinco y cuando organice las que me faltan tampoco sería que tengo todo organizado. Entonces, miro por la ventana que está arriba de mi compu y me doy cuenta que estoy pensando en otras cosas, que estoy en ese momento  en el que me doy cuenta que me gustaría estar cultivando frutas y verduras, o que me gustaría estar en mi taller pintando o escribiendo una novela que revolucione la literatura, como Umberto Eco y El Nombre de la Rosa.
En medio de la vigilia me llega un mensaje de Melina y me dice si al final podemos quedar para el martes. Ay, no puedo el martes porque saqué turno para un tratamiento de belleza. Tratamiento que me gusta pero que cuando me pongo fundamentalista del feminismo no. Pero me gusta más que los fundamentos y me parece más relajado hacerlo y aceptar mis propias contradicciones que luchar contra toda la sociedad a través de la no depilación. No gracias. Lucharé desde otro lugar. Le tengo que decir a Melina que si bien habíamos quedado que quizá nos veíamos el martes, me habían ofrecido ese turno. Pero le dije que me deje ver a ver si me daban otro turno. El turno es para dentro de dos semanas. No quiero estar dos semanas más sin el tratamiento pero me siento medio tonta diciéndole a Melina que no puedo porque tengo que ir a un centro de estética. ¿Y si le miento y le digo que es un médico? No, es mi psicóloga, no le voy a mentir. Bueno, le explico todo por whatsapp.  Letras infinitas, oraciones llenas de comas, explicación  inmensa por celular y su respuesta fue: “Ok, dejame ver si tengo otro horario” Me hizo el corte por celular la muy viva.
Me hizo el corte y me tuve que ir a llorar al baño del trabajo porque siento las cosas de forma exagerada. Nada más.

miércoles, 24 de agosto de 2016

107 13:11

Me gusta que hayas descubierto mi fobia a las relaciones humanas, mi fobia y mi admiración a la sinapsis que pueden hacer dos corazones.
Mi miedo injustificado al desenlace de esa conexión, como si se desintegrara más allá de los que participan en ella. Como si se pudiera manejar todo menos el final.
El miedo incontrolable de lo incontrolable de tu deseo de dejar de acabar juntos para acabar conmigo, con lo nuestro, para interrumpir el chispazo, ese segundo prolongado en el tiempo.
El terror incontrolable y la certeza sin fundamentos que este segundo que se está volviendo delicioso e infinito, solo fuera un segundo, una sinapsis, una descarga eléctrica efímera, como todo lo que está a nuestro alrededor.
El miedo insoslayable de ver como a nuestro alrededor no hay más que hermosas burbujas de colores que sólo les resta explotar, como las mariposas que no tienen otro destino más allá que morir al cabo de un día. Y las burbujas explotan y las mariposas mueren pero eso es a nuestro alrededor, porque el segundo se volvió infinito y no somos ni burbujas ni mariposas.

lunes, 25 de julio de 2016

Cliché 1

Esa preocupación por no querer ser obvio, por no querer ser un tipo ideal más, por no querer ser un cliché es un miedo que muchos tienen hoy en día. Parece que la originalidad y aquello que cuenta con la característica de ser único son valorables en los humanos. Somos todos humanos pero cada uno tiene su singularidad. Sin embargo, pienso que ese ser obvio, ese tipo ideal, ese cliché por algo son eso. No salieron de la nada, de un invento, salieron de la humanidad misma. Es decir que no sólo nuestras características netamente biológicas nos dan la condición de humanidad: organizamos pluricelulares, reproducibles, mamíferos, de la especie homo sapiens sapiens. La humanidad es también dada por esas sensaciones que son un cliché, porque no le pasa a todos pero le pasa a una gran parte y porque le pasa a una gran parte ya es un hecho social. Los clichés, lo obvio, son simplemente una forma de catalogar a una parte.
 En realidad yo sólo quería escribir sobre algo que me parecía un cliché y de alguna forma, por esa necesidad  típica ideal de querer ser singular, me tuve que justificar entendiendo de dónde viene  la necesidad de escribir sobre algo que ya muchos han escrito, algo sobre lo que ya muchos han sentido, sobre algo que fue tan obvio, tan románticamente obvio, en el sentido histórico de la palabra, que ya no se habla mucho de eso.
Sentir excitación por un cuadro. Por una pintura y pensar cómo en la mente y todo lo que se encuentra ahí inmerso también están aquellos mecanismos que pueden generar excitación, que se podría pensar que deberían ser solo del área de lo biológico porque tienen que ver con la necesidad de reproducción de la especie.
Fue cuestión de haber tenido dispuestos los sentidos y entregada sin restricciones a los estímulos que implican ver pinturas para sentir cómo una de alguna forma me atravesaba, me conmovía pero sin saber muy bien por qué, porque no sé nada de eso, porque no sé de materiales, de técnicas, de colores, porque la ignorancia me permitió sentir muy fuerte sin la urgencia de buscar una explicación que sustentara todo aquello que me pasaba.  Me conmovieron los colores y los cuerpos que estaban pintados, me estimuló que sea tan diferente a lo que estaba acostumbrada a consumir por el simple hecho de que me lo ponían en frente mío. Esta vez yo había decidido y me había tomado el trabajo de colocarme en frente de esa figura, en ese lugar, de buscar algo diferente al continuo de imágenes que aparecen una detrás de otra.
Volví a mi casa, consciente de mis tetas porque no tenía corpiño y hacía mucho frío, inquieta por lo erótico que me había resultado  todo lo que había vivido. Erótico para mí sola, en la intimidad de mi mente, pero compartiendo con otros un mismo lugar, un mismo recorrido, un mismo tiempo, pero no sé si las mismas sensaciones porque eso es propio, es del orden de lo oculto. Erótico en el sentido de gestación del deseo, de intriga, de sed, de entender que los explícito no deja nada por descubrir  y que lo que yo había visto había sido la sutileza de cómo creaban el deseo antes, porque la pintura fue pintada antes de ahora, mucho antes.


miércoles, 8 de junio de 2016

Fragmento 1.



Escena 1

Una habitación con luz cálida y tenue. Es un living. Hay una mesa con una máquina de escribir arriba y además una caja de costura, tiene un atril para bordar y muchos hilos de colores de bordado. Alrededor de la mesa hay 4 sillas. Al lado hay un sillón y al lado del sillón un equipo de música y varios cds desparramados en el piso.
Parada adelante hay una chica, Mara

Mara: Hace tiempo que ya hacía el mismo camino. No era el que más le convenía para volverse del trabajo, porque era muy largo, pero era el que ya hacía por costumbre. Una costumbre que la tenía atontada, una costumbre que no le servía. Era parte de algo tonto de lo que no podía escapar y que ya era una costumbre.
Se desviaba para pasar por la esquina la casa de su ex novio. Lo seguía haciendo porque ya se había acostumbrado y era ese el camino para volver a su casa, ya no buscaba encontrárselo. Pero ella sabía que era mentira porque el camino que seguía haciendo la llevaba a la esquina de la casa de su ex novio y no importara lo que dijera o lo que se dijera, ella pasaba por ahí.
No sólo repetía el camino, si no que también ya sabía perfectamente qué le iba a decir. No podía hacerse la sorprendida, esto era la vida real, no una película en la que ella iba a quedar como una torpe tierna y él se iba a derretir y recordar lo que tanto le gustaba. Tenía que ser directa y hasta confundirlo un poco.
“¿Querés un pucho? Vamos a caminar”
Siempre que se peleaban salían del departamentito ese en el que vivían y caminaban una vuelta manzana en silencio, compartiendo un cigarrillo. Después volvían al departamento y recién en ese momento decidían si querían hablar de algo o querían hacer el amor, o ver una película o simplemente seguir enojados. Por lo menos decidían detener el tiempo y después seguir.
Ella quería encontrárselo y detener el tiempo como cuando estaban juntos. Pero no estaban ya más juntos. Ella no quería estar con él, quería hacer muchas cosas con él y muchas otras no, como la canción que le canta Ale Sergi a Andrea Rincón, que le dice que la extraña pero no tanto.
Sin embargo, ella pasaba por su casa porque era una constumbre tonta y cómoda, porque era mejor esperar por siempre que se vuelva a detener el tiempo por una casualidad forzosa que hacer un nuevo camino para volver a su casa.
Era Mayo y era otoño. Qué linda que era la esquina de su casa cuando era otoño. Caminaban por ahí cuando ella se aburría de estar encerrada en la casa, en la cama. Cuando era sábado de frío y sol.
Era sábado y no estaba volviendo del trabajo, pero hacía frío y había sol y se estaba fumando un puchito, estaba pasando por la esquina de su casa. Se lo encontró. ¿Si no para qué hubiera contado todo esto?
Se lo encontró y él la encontró a ella.  Qué incómodo. Tanto tiempo sembrando inconscientemente este momento y no quería estar ahí. Prefería estar en el limbo, en la espera, en la búsqueda de la nada misma que haberse encontrado con eso que tanto había buscado. Se lo había encontrado y ya después de ese día iba a tener que dejar su cómoda costumbre.
“¿Querés un pucho? Vamos a caminar”
“Dale”
Abrió la cartera, sacó la caja de Malboro y se dio cuenta que se acaba de fumar el último. No tenía pucho ni ya podía volver a detener el tiempo.

Esta es la historia de Vicky. De Vicky y de su ex novio Marcos.

viernes, 3 de junio de 2016

Tener fe

Envolver el cuerpo, frasco de todo lo otro que no es cuerpo, entre las sábanas; enredarse en el sueño de no querer nunca salir del nudo que sin querer se generó entre las piernas y las telas y el colchón que nadie quiere tocar, porque así nos eseñaron, el colchón no se toca. Como la camiseta que no se mancha, o como la teta que sí se toca.
Mirarse al espejo, pensar en la idea de reflejo, pensar que nunca me voy a ver a mí misma. Siempre un reflejo, siempre mediada por un objeto, por otro, por una mirada, por un lente. La angustia de pensar que tal vez nunca me conozca.
Entonces, qué yo es más yo.Es una pregunta.  El del espejo, el del reflejo sobre la cuchara, el de los ojos del que me mira con amor, y el que ni siquiera me mira. Esa también soy yo.
Salir envuelta, con capas, como si fuera una cebolla, generando un mecanismo que no deje filtrar ni una gota de ese aire frío que es húmedo y por eso se filtra, porque en el aire hay agua, el aire es agua que se condensa y toma la forma de gotitas. Como las lágrimas que también son gotitas. Tal vez adentro del cuerpo también existe el proceso de condensación y el llorar no es más que eliminar el agua que inhalamos en forma de aire. Como la serie que veo en la computadora que explica habla sobre astrofísica. Yo vi Breaking Bad, pero me gusta más la serie de la astrofísica. Tal vez porque tiene que ver más con las ideas que con la vida real, porque al fin y al cabo, todo lo que me explicaron sobre el universo es en realidad una teoría que en el algún momento puede ser refutada por una nueva teoría. Vivimos en una forma de entender el mundo. Hay otras. La gravedad es una forma de entender el mundo. Como el psicoanálisis y el padre y la histeria y el Edipo. Ni hablar de la pregunta constante del ser mujer, porque como no tengo falo, ¿qué tengo?
Es cuestión de tener fé en la ciencia. De tener fé con el corazón pero desconfiar un poquito, como con las personas, porque la ciencia es una persona. O al menos es creación de personas, con eso ya me basta.
Porque las amo. A las personas. Amar al ser humano y a cada uno con su humanidad. Fascinantes somos, tanto que decidimos creerle a cualquiera que nos explique qué tenemos, qué somos, qué tenemos que hacer.

“Tranquilizate, no te vuelvas loca pensando” Me dicen mucho. Mejor si me vuelvo loca pensando que por no poder pensar. Me parece. No sé. 

sábado, 2 de abril de 2016

Descubrimiento científico

Qué lindo que es que te toquen la espalda, ¿tendremos botones ahí?
Botones invisibles a los ojos pero evidentes al tacto. Evidentes porque son parte de esa inteligencia del cuerpo que no podemos terminar de descifrar. Evidentes en el sentido de la evidencia de aprender a hablar, a caminar, a besar; el cuerpo sabe y festeja esas obviedades. Algunas tan obvias que ni siquiera sabíamos que existían, como es el caso de los botones que tenemos en la espalda que al ser presionados disparan placer. La forma en la que el placer se manifiesta en el cuerpo puede variar según qué botones son estimulados, interpelados o simplemente acariciados.

Cuando los botones de la espalda reciben el estímulo denominado caricia, dentro del cuerpo se activan las glándulas de la ternura que empiezan a generar mecanismos de deslizamiento que proveen la sensación de baile lento dentro del organismo, generando así, de esta forma, la sensación de que el cuerpo deja de ser una entidad biológica para transformarse en una entidad espiritual, ideal de ese cuerpo  como conjunto de órganos, que se manifiesta físicamente como real. El cuerpo se transforma y desafía la física, las leyes de lo natural y de lo comprobado por la ciencia. El cuerpo es una convivencia de realidad orgánica, material que hasta puede resultar asquerosa junto con la idea más maravillosa, romántica y alejada de la realidad. Los botones, en la espalda, en el cuerpo, presionados, desafían los límites de dos mundos que nunca se habían juntado.  Pero se encontraron, en el encuentro de dos cuerpos que se encuentran en la caricia de la espalda, y se encontraron y construyeron una nueva ley, una nueva física, una nueva ciencia. 

sábado, 26 de marzo de 2016

Antes de levantar la persiana y salir de la cama

Abrazada por la música que hizo quien fue un amor de antaño pero un presente de nostalgia, consumida por los vicios de la noche santa de nuestra ciudad, interpelada por el sol que no asoma hace días y agotada por un sueño liviano que no me permite descansar; las posibilidades de acción son infinitas.

Podría intentar seguir durmiendo pero lograr conseguir la paz se está volviendo una epopeya que no creo que tenga un final feliz, porque en realidad no creo en la paz, nunca la ví.

Somos conflicto constante, equilibrio en movimiento, baile sobre un piso repleto de canicas. Somos la búsqueda de algo que no existe, somos omnipotentes  que buscan perfección. Nos atrevemos a intentar conseguir algo que no existe, pero creemos que vamos a ser ese alquimista aún no descubierto que va a lograr conjurar la perfección y con ella la paz.

Resigné la paz para que mis posibilidades en el contexto de esta nube que tenemos por sobre nosotros, sean aún más infinitas, tomando el riesgo de lo que significa la infinitud, la posibilidad constante del “qué hubiera pasado”, convivir con la duda sobre las otras posibilidades que tienen este cuerpo, y con este cuerpo esta mente y con esta mente, algo así como el corazón: órgano reservado para el amor.

Las posibilidades son abrumadoras porque puedo explorar el mundo desde la ventana de mi computadora o puedo salir del encierro decadente pero al mismo tiempo placentero del caos que es mi nicho, para recorrer una vez más las cuadras cerca de mi casa descubriendo un nuevo mundo dentro de un mundo ya viejo y conocido.

Las posibilidades aumentan aún más cuando creemos que nos equivocamos porque el error, la equivocación, lo extra (ordinario), el codo finalmente tirando el tintero, es la génesis de algo nuevo, siempre. El salir de la norma y encontrarse en el margen te posiciona lejos de donde estabas pero cerca de una nueva norma.


Que la vida sea un error inocente, un deseo consumado que genere más deseo, una nueva posibilidad constante, un baile que todavía no se ha inventado, una travesía de travesuras, una vida con posibilidad de ser también otras vidas. 

lunes, 29 de febrero de 2016

Errores que no sé si quiero cambiar

Tengo que pensar un poquito para saber cuál es la izquierda y cuál la derecha
También para leer la hora en los relojes con agujas
Tampoco tengo claro cuáles son las de grasa y cuáles las de manteca
Pero no tengo vergüenza de preguntar nada de eso

A veces no me acuerdo si el minuto tiene cien segundos y el peso sesenta centavos o era al revés
Era al revés
Nunca voy a aprenderme los pisos donde viven las personas, ni sus números de teléfonos
Perdón, pero no me sé las fechas de cumpleaños

No me sale decir la palabra pañuelo
Ni buñuelo
Ni señuelo
Pero la que más uso es pañuelo, porque soy muy alérgica

A veces me aburro con algunos temas de conversación, por sobre todo las mascotas
Me gusta mucho almorzar helado de McDonalds
Tengo muchas camisas con lunares, un despropósito. 
Bailo con las manos, me parece que un poco mal. 




martes, 5 de enero de 2016

Mensaje del futuro

Me encantaría escribirte un poema, pero sólo pude escribir uno una vez, que me gustó y que fue el poema más lindo que alguna vez iba a escribir. Lo que pasa es que a mi no me gusta leer poesía y me parece que a nadie le gusta leer poesía. Todos dicen que sí, que la entienden, que la disfrutan, que les gusta leerla en el tren, pero es todo una mentira. Nos gusta fumar y ver series, ver tele, jugar a jueguitos. Pero ahí están todos los que miran series diciendo que les gusta leer poesía y por eso escriben poesía, porque le gusta escribir y que los lean y hacer esos fanzines para distribuirlos y que sus amigos ilustradores le hagan dibujitos de cuerpos desnudos, flores y animalitos. Y que los lean y comenten de los sentimientos. Les gusta más hablar de sentimientos que animarse a sentir en serio. ¿En serio son tan sensibles? ¿Qué hacen con tanta sensibilidad? No les creo nada; ni a vos, ni a la poesía, ni al laburo de hormiga, ese que decís que haces, tampoco le creo a los ilustradores. Me parece que a todo ese mundo les giran unos billetitos con alitas sus papás para que puedan vivir de ellos y del arte, ese arte moda que quiere expresar sentimientos, sentimiento de dolor de la nada, porque es un sufrimiento psicoanalítico, sufrimiento porque nuevamente está de moda sufrir, porque sentimos, vemos y en vez de tomar cerveza en la vereda, van al barrio chino y compran melona, y usan sombreros y quieren que les quede natural, pero les queda muy de mentira, muy impostado. A mi me gusta la realidad, me gusta la materialidad, cuando el amor no es poesía y el amor son besos, besos tan intensos que chocan los dientes y deja de ser un bello beso, porque lo bello sirve un rato, hasta que aburre dejar de verlo, pero besar, besar es lo más lindo y lo más asqueroso. Si no es asqueroso no es beso, porque hay labios, dientes, saliva, lengua, movimientos deglutidores. Pero la poesía, el molona, la ilustración no son asquerosos, no son sucios, son puro ideal de lo que nos dice que tiene que ser el ser una persona culta, linda, agradable. El ideal se acaba, se te va acabar cuando ya no seas bello, porque es efímero, tan efímero que tal vez hasta termines operándote en ese fan de conservar la belleza. Pero los besos, los besos van a seguir deglutiendo a la humanidad para que sea más humanidad. Es cuestión de decidir: ser un bello o un besador.